Un ruido silencioso. Paredes sollozantes al intenso rojo vivo. Multitudes calladas. Estudiantes corriendo y gritando. Todo finalizando en una inmensa oscuridad.
Un estudiante de ojos cálidos y adoloridos, huesos cansados, rizos cafés y cairelados, estatura mediana, grave y dulce voz yacía acostado en una recamara del hospital, rodeado de un blanco cegador, flores y aparatos el 7 de enero de 1969. Ese sujeto… soy yo, Antonio Zamora de la Torre…El protagonista desdichado en esta trágica historia, en un corrompido mundo…Un pensamiento correcto, una época incorrecta…
Mientras intento levantarme tratando de evitar el dolor de mi helado e inmóvil brazo alcanzo a percibir un hombre abrigado con una chamarra de aviador, pelo grisáceo escaso junto a un enorme bigote al gris chirriante, guantes de cuero negros y lo que parece ser un bulto en la chamarra; podría ser una pistola, un cuchillo o una radio. En estos días no se sabe en quien confiar. La apariencia de este sujeto aumentaba la gran ansiedad que tengo desde…el incidente…
– Hasta que despiertas – me recibe una voz rasposa que inunda fácilmente el cuarto – Veras, vengo de la prensa y me han mandado a documentar todo lo ocurrido el ya lejano 2 de octubre…
Yo conocía muy bien las artimañas y trucos que llevan a cabo los del gobierno con tal de callar a los estudiantes, sabía muy bien sus falsamente creíbles disfraces de civil, así que decido respirar profundo, analizar y responderle:
– ¿Me cree usted un tonto? Yo vi lo que ustedes son: ¡lobos con disfraces de oveja! ¡Buscan engañar al pueblo con el fin de callar a los que en verdad están siendo afectados por las estúpidas decisiones que el presidente toma! Yo ya no les creo, su mentira ya perdió efecto en mí – termine de responderle, tratando de recuperar el aliento.
– Yo no vengo de parte del gobierno ni soy uno de sus agentes… yo no soy parte de ese sequito de hombres inhumanos y vengo desarmado; si quieres, escúlcame – establece el bigote enchamarrado mientras se levanta y alza las manos, mostrando una chamarra aborregada vacía, para después sacar el evidente bulto, que resultó ser una libreta. – Me presento como es debido: soy Javier Duran, reportero del periódico “Lucero de la Mañana”; me encargaron el llevar a cabo un documental acerca de lo ocurrido hace 2 meses atrás…Tiempo antes de que entraras en coma…
– Esta bien…Voy a confiar en usted – finalmente accedí a su propuesta – Pero si los Halcones, el gobierno o el mismísimo presidente empiezan a perseguirnos a mí, mi familia o a mis amigos…– trague saliva por un momento al sentir una calma inquieta por no saber qué pasó con mis amigos después del incidente – No me importaran ni mis lesiones, ni la ley, ni lo último de sanidad mental que me quede; lo buscare y haré que muera de la forma más horrorosa y lenta posible…¿¡Quedó claro!?
– Como el agua… – contestó el bigote enchamarrado con tono tembloroso – Entonces, tenemos un trato…Ahora, infórmame de lo ocurrido aquel mísero día.
Mi cuerpo se paralizó, como evitando aquel recuerdo, aquel suceso; mi frente se derretía cual nieve en la estación más caliente del año, como si mi cuerpo se opusiera a revelar la información solicitada…Tome aire, me tranquilicé…y comencé a narrar…
“Un día nuevo…Un comienzo limpio…Así es como yo veo los amaneceres…Tenia ya tiempo de haber cedido ante mi insomnio: a veces dormía bien, otras veces ni siquiera podía cerrar los ojos, como si mi sistema estuviese acostumbrado a dicha falta de sueño; por ello tengo la posibilidad de admirar estos maravillosos sucesos. Sin embargo, este día parecía perfectamente horrible: nubes llorando, carros empujándose y gritando, gente dando vueltas por doquier para llegar a sus trabajos, etcétera. Al ver que ya no podría volver dormir, empecé a recoger mi cuarto. Aún faltaba para que dieran las 6, por lo que decidí bajar a la cocina y quedarme sentado allí durante horas, siendo abrazado por la obscuridad…pensando…mirando sin mirar…Hasta que mis ojos sintieron una luz por un resquicio de las cortinas, avisándome que era momento de despertar a mi hermano Santiago, el de ojos cansados, pelo terroso y mirada perdida; para poder irnos a la escuela”
Me detuve un momento a juguetear con la parte del suero que estaba enterrada en mi vena, cual espada en piedra esperando a ser retirada en cualquier momento. El periódico viviente escribía lentamente, con una tos ocasional o con una comezón en aquel llamativo bigote…Por un segundo jure que se le había despegado de la cara, como si su pegamento se hubiese opuesto a permanecer quieto…
“Pensábamos en despedirnos de mi Padre, Julián Zamora, un hombre de aspecto serio, cabello picudo y negro, con un bigote desvanecido y que no se contentaba ni con la más mínima broma; y de mi Madre, María de la Torre “Zamora”, una mujer de carácter dulce, ojos amielados, melena café y hermosa y con una voz suave pero amenazante…Pero pro azares del destino, no estaban en casa…”
“– ¿No has visto a mama y papa, Santi? – pregunté preocupadamente
– No los he visto desde ayer – respondió – A lo mejor y se quedaron hasta tarde…Ya sabes, suelen quedarse hasta tarde últimamente…
– Ya nos vamos, sino no llegaremos temprano y no pasaremos el examen – escupí las palabras con ansiedad mientras sostenía una manzana con la boca, olvidando por completo dicha incógnita.”
Por un momento me detuve a analizar al periodista en el sillón aterciopelado: su gorra parecía revelar una ausencia de pelo en la parte superior, y su forma de escribir era muy apresurada, como si lo estuviesen obligando a hacerlo…El ruido del monitor que cuenta mis latidos cual detector de metales me trajo de vuelta a mi narración, por lo que continúe relatando mi desventura…
“A pesar de que no veía esperanza alguna de mejora en este día, me sorprendió. Estábamos en la estación de hojas cálidas, con brisas agradables y tranquilas y un perfecto día nublado, sin sol que nos queme. A pesar de que vivíamos en un apartamento de Tlatelolco, el Politécnico nos quedaba bastante cerca; como ninguno de los dos teníamos carro aun, solo era cuestión de caminar hasta la parada, tomar cualquier “pesero” y esperar que el tráfico no estuviese tan cabrón para no llegar tarde.”
“A pesar de todo, me seguía preocupando el paradero de mis padres…Más aún teniendo en cuenta que hace unos momentos divisé a varios hombres enchamarrados a pocas calles de mi casa”
“Yo tenía la costumbre de leer el periódico en lo que iba en bus, sin importar si iba parado o sentado, o si iba apretado o cómodo. En primera plana aparecían supuestos rumores de que se crearía un transporte ligeramente parecido al tren, pero más rápido y con más espacio; así como la ya tan odiada pero esperada noticia de que Díaz Ordaz se decidió por quitarle fondos a las escuelas, ya que ‘el Estado no debía dar cobertura a la educación. Se lo mostré a mi hermano, el cual respondió:
“– ¡Tremenda estupidez! Si el artículo #17 de la Constitución lo establece y que buscaba el mejorar la educación – respondió furioso. Yo simplemente me encogí de hombres, ya que mientras esto empiece después de mi examen yo estaría feliz”
Me dirigí hacia el bigote y le pregunté:
– Oiga ¿Y qué pasó con ese supuesto tren? – pregunte con curiosidad
– Aun no se construye, se cree que va a conectar estratégicamente a todas las delegaciones – me dijo al mismo tiempo en que me pasaba el logo preliminar
– ¿Y qué? Es otro de las “mejoras” que empeoran la vida de los estudiantes, los que somos el futuro de México pero que ustedes no escuchan – le grite y le termine aventando la tarjeta en la cara.
– Veo que no estás del todo contento, – replicó – así que cambiemos de tema y continua, por favor.
“Tras una avenida llena de tráfico inexplicable, llegamos a la parada con 30 minutos de anticipo, cosa que nos sorprendió; tratábamos de evitar a todos los vendedores ambulantes y nos dirigimos al instituto. Por más que caminaba, no lograba avanzar o no sentía que me moviera, pero al fin llegamos 10 minutos antes de la campana. Logramos localizar a nuestro grupo de amigos entra la estorbosa multitud de gente. Entre ellos estaban Luis, el chavo riquillo del grupo, con cabello oro desgastado, cara insípida, pero de buena actitud; Jose, un chavo encorvado, pelo alborotadamente peinado, callado y con una mirada enfurruñada de ojos esmeralda; y mi amor de la infancia Lucia, una chava con ojos diminutamente enormes color noche oscura, protegidos por dos escudos cristalizados sujetados por gruesos armazones color azabache, haciendo un excelente conjunto con un hermoso cabello curveado color ébano.”
Trague saliva al recordar a mis amigos, pensando: ¿qué fue de ellos?, ¿a dónde se fueron? El enchamarrado observó mi larga pausa por lo que se aclaró la garganta.
– Voy al baño, ahorita vuelvo – se levantó de aquel sillón con dificultad, como si todo este tiempo hubiese estado pegado a él.
En cuanto se fue, me percaté de que había dejado algo perturbador en el sillón; aquel bulto que el aclaro era una libreta…aquel que sobresalía a simple vista…Resultó ser una pistola; no pensaba hacerle un numerito, sino que pensaba guardármelo para más tarde. Por lo que, con todos los esfuerzos del mundo, me estire para alcanzar el objeto prohibido y examinarlo; el mango estaba frío, como si esa caoba hubiese sido talada de un iceberg, con un barril cargado, y una punta de acero que terminaba en una mirilla, el cual estaba aún más helado que la madera.
En cuanto escuche pasos hacia el cuarto, oculte la pistola tras la almohada y me enderece, con el propósito de disimular el movimiento y no ser descubierto.
– Ahora si…– suspiró mientras se sentaba, al parecer no sintió aquel bulto desaparecido – Prosigue.
“Luis se acerca hacia nosotros, nos saluda y nos pregunta:
– ¿Si estudiaron pa’l examen de admisión del Poli, carnalitos? Tengan en cuenta que es uno de los exámenes más importantes, así como nuestra última chance de conseguir una carrera de perlas y demostrarle al gobierno que no somos unos “fósiles preparatorianos” y…–
– Haciendo de lado lo último – interrumpió Lucia – hay que conseguir una buena universidad, sabiendo que el “apoyo” del gobierno es ya bastante nulo y su preferencia por ofrecerse como cede de los Juegos Olímpicos que ayudar a sus estudiantes.
– Tranquilos, chicos. — comente — Estudie cada noche desde que lo anunciaron, ya tengo todo memorizado; pero si gustan podemos hacer un repaso en los últimos 20 minutos de Química
— ¡Pero si ni hacemos nada! – resaltó Jose con un tono molesto, pero cantadito, como ñero – ¡Solo habla y habla!
— Aun así, debemos entrar – dice la chica azabache – Al menos como asistencia y tener tiempo para estudiar…”
De repente me distrajo el ruido de una multitud de manifestantes, tanto estudiantes como padres. Por lo visto el 2 de octubre seguía siendo muy controversial entre los ciudadanos, ya que había hasta una familia entera reclamando la vida de uno de sus hijos; aquello me recordó como había visto morir al primer estudiante en revelarse, después llegó su familia y lloraron a todo pulmón…Por alguna razón que agradezco, pero desconozco, los Halcones no les dispararon. Regresé al presente y me acorde de la supuesta “entrevista” del enchamarrado armado, por lo que continué mi narración.
“Las demás clases se nos hacían de lo más aburridas, al punto en que el hablar del profesor Manzano Quemado se asemejaba al de las tiras cómicas de ‘Peanuts’; aunque a lo mejor era solo mi cerebro. Una vez el maestro se fue, todos estábamos listos para nuestro examen, el acontecimiento más importante de nuestra generación, el que determinaría nuestro triunfo como estudiantes y el que le daría al gobierno una bofetada en guante blanco. Todo parecía perfecto, con un poco de nervios y ansiedad, pero era perfecto…Hasta que ese maldito altavoz hablo en el tono más pesado y metalizado posible.
— Por medio del presente anuncio, les informamos que el examen de admisión se ha suspendido debido a peticiones del gobierno, siendo pospuesto para la siguiente clase…
“Fue en ese preciso momento, mi cálido ser se congelo ante semejante tontería. Aquello fue la gota de estupidez y arrogancia del gobierno que derramo mi vaso de paciencia y resiliencia de la situación…El examen más importante, aquel que definiría mi carrera, mi vocación... ¿¡SE CANCELÓ!? Voltee a ver a mis compañeros atónito, quienes tenían la misma expresión…
“No solo mis padres estaban desaparecidos, sino que ahora no podría hacer mi examen por las tonterías de presidente. Me sentí abatido y desesperado, como si me estrangularan el corazón lo suficiente como para estar en esa delgada línea entre la vida y la muerte; en agonía…El resto de la clase pasó de los más rápido para mí, mis oídos se taparon, miraba sin mirar la pizarra…Hasta que por fin acabo…”
“Todo el camino del autobús los rizos de ébano se acomodaban suavemente en mi hombro por voluntad propia, cosa que poco a poco me reconfortaba y hacía que la oscuridad de todo este día se fuese esclareciendo de poco en poco…Claro que no faltaban las señas de aprobación y aplausos leves de mis amigos y hermano”
“Fue un largo y pesado camino hasta mi casa junto a mis amigos, ya que ellos vivían a 3 cuadras cerca de mi casa. Todo se puso turbio de nuevo cuando de la nada me detuvo una gabardina café con sombrero negro, tapando cualquier rasgo humano de la cara, sin embargo, aún permitía el observar una profunda cicatriz vertical en el ojo izquierdo…El como se la había hecho era intrigante…
— Se dónde están tus padres... — arrastró la voz del sombrero con pesar, como si no quisiese estar allí — Pero requiere un pago previo por mis servi…
Azoté a la gabardina parlante contra el muro más cercano, levantando lo de tal manera que me escuchará y entendiera mi sentir…
— Escúchame pequeño idiota...El día de hoy ya estoy lo bastante jodido como para estar pagando información de suma importancia solo por un capricho de un supuesto infiltrado del gobierno… – le grité mientras lo aventé de vuelta al suelo y comenzaba a asfixiarlo – Así que dime todo lo que sabes de mis padres y su paradero en este momento, ¡¡¡A menos que quieras saber que es tener un maldito pie dentro de todo tu cráneo!!!
— ¡Está bien, está bien! Tranquilo…Solo se que…están en donde…todos los estudiantes se…manifiestan… — expulsó las palabras con dificultad.
— Ya veo – le solté la garganta, y en lo que el recuperaba el aliento, sentí una mano color canela en mi hombro…
— Antony… — volteo a ver a los armazones negros con calma — está no es la forma de solucionar los problemas…al menos no con agresividad…
Esas palabras me devolvieron mi cordura y mi calma, dándome cuenta que no debí haber hecho eso, por lo que me agache y le ayude al agente a levantarse, y le dije:
— Me disculpo por la conmoción causada, pero ya el gobierno me tenía hasta la madre…
— Te entendemos, carnalito — me responde José — Pero la violencia no te lleva jamás al camino del bien; al contrario, así han de haber empezado los mendigos Halcones para llegar a ser lo que son.
— Es por eso que los busque…Soy Miguel Rulfo...Tus padres fueron llevados ante el presidente de los Halcones…La única forma de vencerlos es infiltrándonos en su base y escoltarlos hacia la plaza y huir”
Tras analizar el plan que habíamos previsto para aquella ocasión, me di cuenta que jamás teníamos chance u oportunidad de conseguir salir con vida…Escapando de mis pensamientos actuales me volví a enfocar en la narrativa de los sucesos pasados.
“— Eso solo significará la muerte de todos, en especial la tuya Toño… — calló Lucía tras ese énfasis, mientras su morena tez se ruborizó; guardó silencio por un largo rato, hasta que por fin dijo — Bueno, puede haber una leve chance de que salgamos suertudos… pero ya es más cuestión de nuestra discreción…”
“Llevábamos rato andando por todo Tlatelolco, hasta que llegamos hasta la plaza de las Tres Culturas, por lo que me pereció anormal que allí estuvieran mis padres…
— De haber sabido que nuestros padres se fueron a la plaza — grita Santi hacia Miguel — Me hubiese sentado en la banqueta, con toda paciencia…
Guardo silencio al ver semejante multitud, atrincherada en contra de los oficiales, quienes buscaban contener la revuelta de forma pacífica, algo irónico para lo que ocurriría después...No se como se sorprendió si era algo bastante predecible, una reacción casi obvia a la decisión estúpida del presidente…
— No, lo que pasa es que aquí en donde los Halcones buscan acabar con todas las protestas de la forma más horrible pensada… — Menciona al mismo tiempo que señala discretamente una zona del edificio llena de rifles apuntados a la plaza — Esta es la razón por la que debemos apurarnos.
“Algo de lo que me pude percatar es que todos los cabecillas y los Halcones llevaban la misma vestimenta: chamarra café, gorra negra, lentes oscuros en día nublado…Como si buscaran esconderse de todos.”
Volteé a ver al entrevistador por un breve momento, solo para confirmar que su apariencia y vestimenta era exactamente igual, salvo por los lentes, ya que estos eran de lectura.
“— Ahora, nosotros solo buscamos a tus padres, salimos, evitamos todo y hacemos como que esto jamas paso — señala Miguel, quien nos llevaba por la ´parte trasera del edificio que previamente nos señalo — Si mal no recuerdo, tus padres se encuentran en el segundo piso; sanos, pero contra su voluntad, por lo que…”
— ¿Y tu como sabes eso? — lo interrumpe gritando Luis, con cierto tono de desconfianza y desaprobación, mientras nos dirigíamos a la puerta que nos señalo la gabardina sombrerada — No será que solo buscas emboscarnos en conjunto de los tuyo, ¿verdad?”
“Al principio, Miguel se mostró reacio a hablar, ya que nos dijo que uno se quedara en la puerta anterior, mientras él buscaba otra de esas puertas desesperadamente…
— Ustedes vayan abriendo esa — grito a la vez que arrojaba una de sus llaves que llevaba encima — yo iré abriendo esta…
— Repito, ¿Por qué tanto afán de abrir esa puerta? — exclamó Luis — Te apuesto a que ocultas algo y no…
Miguel levantó del cuello a Luis, con lágrimas en los ojos y manos temblorosas, hasta que habló
— Porque… Mis padres también fueron capturados…Llevo 6 meses analizando los movimientos de estas ratas asquerosas sin alma del gobierno, hasta que di con la zona de prisioneros…
— No…tenía…idea…— escupió las palabras con el poco aliento que le quedaba — Lo…siento…
— Perdón por alterarme — se sinceró mientras soltaba a Luis y abría la puerta…— Aquí creo que están mis padres…”
“La puerta por fin cedió, dando un intenso sonido chirriante que causó un escalofrío al grupo. En efecto, allí estaban ambos padres de familia, quienes se levantaron inmediatamente a saludarnos, seguido después de una clara angustia y preocupación”
— ¡Gracias al cielo que están bien! — dice mi madre
— Pero es muy peligroso que estén aquí — concluye mi padre
— Eso ya no importa ahora, lo que si importa es qué hay que salir de aquí antes de que nos capturen — informé con mucho apuro”
“Íbamos corriendo hacia la explanada del edificio cuando unas campanas sonaron alrededor de los edificios, algo que nos dio un mal augurio…
— ¡Ya van a disparar!¡Corran! — gritamos al unísono Lucia y yo, quienes vimos a los hombres cargar sus armas y apuntar a la multitud en la que estábamos metidos
Huíamos todos de aquel nefasto lugar, hasta que sentí un peso en la espalda; era un estudiante pintado de un intenso carmesí en su playera blanca, con su aliento de ‘ayúdame’ y su mirada de horror… Lo acomode de tal forma que me fuese posible cargarlo, en lo que le gritaba a Santi y a Miguel
— Saquen a los demás…
— Pero… — replicó Santi aterrado
— Esa es la prioridad desde que Migue nos trajo aquí… ¡Sáquenlos!
“Sin embargo, Lucía se negó y se quedó conmigo tratando de cargar el cuerpo; Justo cuando la muerte iba a recoger la débil alma de aquel pobre estudiante, sentí una punzada, un fuerte puñetazo en el hombro, acompañado de un rojo intenso en aquel suéter azul que había elegido ese día…Sabíamos claramente que era aquel golpe, pero obligue a mi cerebro a camuflar el dolor…Lucia me caía aterrada, con sus cristales empañados y con lágrimas mientras yo veía borroso, hasta solo decir ‘Estoy bieen’ y caía al suelo…
“Desde ahí solo pude distinguir ciertas imágenes incompletas…estudiantes adoloridos…gritos ahogados…sonidos de esfuerzo mientras avanzaba sin moverme…un salón completamente casi vacío de no ser por la secretaría, quien a leguas olía a nicotina…para finalizar en una negra oscuridad…”
— Y henos aquí — completó Javier — Ha sido un placer y todo, pero… Me temo que llegaste al fina de tu historia…literalmente…
Alargó su mano para alcanzar lo que había en su parte trasera, pero se sorprendió al no encontrarlo, por lo que saltó del sillón y se puso a buscar ese bulto…
— ¿Buscabas…esto? — dije en tono burlón en lo que jugueteaba con su propia arma, para finalizar apuntándole — Tanto la cuidaste para pasar desapercibido, pero no te fijaste que desapareció cuando te fuiste al baño…Vaya que las mesas se han tornado a mi favor…
— ¡No te atreverías! — me reto la chamarra, quien retrocedía lentamente — ¡No eres lo suficientemente valiente para…!
— Recapitulemos… — le interrumpí — Creí sus patrañas, fui hasta sus bases “secretas”, salvé a los padres de mi amigo y los míos, sobreviví a un balazo…Creo que si soy lo suficientemente valiente para evitarle publicar o compartir esta información…
La habitación se callo por un momento, se podía sentir toda tensión en el aire que el mínimo rasguño la desgarraría…Todo finalizó con un estruendo callado en un cuarto manchado de rojo, dejando la historia del supuesto periodista finalizada…
A duras penas pude salir de la dichosa habitación, no sin antes intercambiar de ropa con el periodista para venderles la historia de que él era yo; digo, si ellos pueden hacerlo, ¿Por qué no ajustamos la balanza?...
Sorprendentemente el camuflaje funcionó, por lo que pude llegar a salvo a mi casa, donde me recibieron con lágrimas en los ojos y leves abrazos, teniendo en cuenta la herida del hombro…Sin embargo, todo se derrumbaría años después, cuando los mismos que me secuestraron tomaron venganza contra el amor de mi vida…Aquella chica de labios cálidos y cabello azabache había desaparecido de mi vida…Para siempre…
Escrito por Emiliano Zárate Paz, 24 de enero 2020
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