Prólogo: ¿Sueño o realidad?
La noche parecía de lo más normal, otra ordinaria noche más; con una cálida temperatura invernal, una intangible luna acompañada de estrellas cual cálidas pecas en aquel frío rostro nocturno. Todo era normal…Excepto él…El único ser humano despierto a las 4:00 am, como acostumbraba en su nocturna rutina…
El protagonista de esta historia, Arturo Molina Sánchez, un sujeto con pelo carbonizado y liso, voz grave, estatura media y ojos de cafeína; moviéndose de un lado a otro…Trataba de dormir pero hacía ya tiempo en que su sueño era más ligero de lo normal…No había dormido bien desde que se había mudado a Glasgow, Escocia; el pueblo natal de su padre…Meditaba sin razón, pensaba sin pensar, todo a expensas de la envolvente oscuridad que acostumbraba visitarlo por dichas horas; con un ojo soñando…otro rotando…Pensaba sobre su pasado viviendo con sus padres en Tamaulipas, donde su madre se crío…
Buscaba hallarle sentido a aquel sueño… Aquel que se sintió más real que la vida misma; pareciéndole hasta curioso que las locaciones de cada sueño que ha tenido no solo son parecidas a las reales, sino que cada una se relaciona con el sueño de noches anteriores…
Molina vivía acompañado de la melancolía y de una oscuridad profunda, las cuales se iban por arte de magia cuando lo venía a visitar su novia Leonora Callaghan, una chica de tez clara, cabello largo y rizado de bronce líquido, lagunas profundamente azules remplazando sus ojos, acompañado con la más dulce voz, la cual era capaz de dejar cualquier dulce insípido y salado.
Pero esta noche ella se encontraba fuera de la ciudad por causas familiares, por lo que la soledad hizo su rutinaria visita, la cual fue interrumpida por el despertar de aquel joven…Su frío sudor creaba un largo y helado río a lo largo de su espalda, lo cual aumentaba su temblor y su agitado despertar… Arturo retomó la razón, pero el sueño ya se le había ido, como si este hubiese zarpado en un viaje sin retorno.
Sabiendo su situación actual, Arturo le llamo a un viejo amigo suyo; aquel amigo que conocía desde su llegada a Escocia, aquel que conocía 4 diferentes idiomas, entre ellos el suyo… Aquel psiquiatra amigable…
— Buenas noches… Dr. Ramírez a su servicio — Respondió una voz grave y fuerte, sin mostrar signo de cansancio…Como si estuviese esperando su llamada…— Dígame cual es su problema y con gusto le ayudaré…
— Miguel, soy yo de nuevo…— exclamó nuestro protagonista entrecerrando los ojos…uno rotando…otro rotando. — Es otro de mis sueños, es que siento que son más reales…como si yo los hubiese vivido…como un vil deja vú… — Seguía perturbado y no paraba de parpadear, intentando distinguir si era realidad o sueño.
— Lo presentí, por eso esperaba tu llamada; te sugiero que vengas mañana a eso de las 3 de la tarde y me cuentas los sucesos de estos últimos 5 días…
— Gracias por comprender, Doc. Hasta mañana… — despidió al mismo tiempo que colgaba el teléfono…
Mientras seguía en la oscuridad, él seguía pensando…¿Habrá sido un sueño? ¿O en verdad el doctor le esperaba su llamada?...
El resto de su noche se le hizo eterna, tanto que no escucho el arribar de aquella irlandesa de cabello pelirrojo, quien venía con cansancio y un poco de jet lag, claro hasta que oyó su voz...
— Ya llegué, querido…— le pregunto Leonora, quien le extraño el hecho de que siguiera despierto — ¿Quieres un poco de te?
El cerebro de Arturo carburo mientras trataba de recordar el idioma de su novia para poder contestar...
— Estoy bien... Solo fue un mal sueño...— expreso con una mezcla de cansancio y firmeza — Aunque…Preferiría un poco de café
Mientras la ventana reflejaba el maquillaje luminoso de la luna de aquella noche, la cafetera bullía con gran intensidad, cual ferrocarril viniendo directamente de Bo’ Ness, pasando por Glasgow y Edinburgh para arribar a Kinneil. Sin embargo, este ambiente no lograba despertar a nuestro protagonista, quien se encontraba perdido en sus sueños.
— Cuéntame que paso en tu sueño — comentó su amada — ¿Algo interesante?
— No mucho, deja ver si aun me acuerdo cómo iba…
“Me encontraba perdido, sobre un caballo sin nombre. Varado en aquel vasto océano de piedras y arena, con una persona a mis espaldas… Tratando de mantenerlo con vida. Recuerdo que incluso me iba contando una que otra cosa al son del cabalgar:
— Aun recuerdo cuando la conocí — dijo el desconocido — La taberna estaba de fiesta y las chavas más bonitas del pueblo estaban ahí. A mi no podía importarme menos, hasta que la vi. Era una damisela de ojos azules, con mirada coqueta y actitud risueña; su mirada me cautivo al instante, como si el mundo se detuviera y me dijera ‘¡Oye! Esta es tu chance’
— ¿Y qué hiciste? — Le pregunte por instinto
Aquella pregunta no fue respondida, pues mi mente volvió a revolverse. De la nada, me encontraba entre las ruinas de lo que alguna vez llegó a ser una civilización. En frente mío se encontraba una joven de tez morena, con lentes azabache y cabello brillante. Su melodiosa voz resonaba en mi cabeza en cuanto habló:
— ¿Te encuentras bien? — preguntó angustiada — ¡Ay, gracias al cielo que te encuentro! Pensé que habías muerto tras lo de ayer…
— Perdón, pero mi mente está teniendo problemas para recordar ¿quién eres tú y qué me está pasando?
[Continuará]
Escrito por Emiliano Zárate Paz, 25 de enero 2020
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